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Una analogía al mundial...

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A propósito del mundial de Rusia en el cual la Selección Colombia dejó todo en la cancha y cada uno de los que seguimos el fútbol vivimos con toda la pasión los encuentros, de los cuales siempre se espera salir campeón o llegar muy lejos. Pero por encima de ello están los aprendizajes que se tienen de cada partido y que solo se adquieren una vez finaliza el encuentro. Perdimos y estamos fuera, en un momento que se quería seguir jugando, sin embargo, es más importante lo que se hizo que lo que se dejó por hacer. Esa incertidumbre es la que no debemos dejar que se apodere de cada corazón, de cada alma que grita vamos Colombia.

 

Con esa misma pasión con la que 11 jugadores saltaron a la cancha cada niño, niña, joven, padre, madre, abuelo, abuela, maestros deben dedicar su vida. Cada quien tiene la obligación de dar lo mejor de sí mismo en lo que hace a diario, en cada minuto se lucha por ser mejor, con entrega, honestidad, tesón, ecuanimidad, respeto, compromiso y con toda la responsabilidad por lo que se hace.

 

Es encontrar el David Ospina que, sin importar el dolor, se repone y nuevamente se lanza a tomar el balón, aferrarse a él con el sentimiento más grande de haber cumplido con el deber de dejar todo en cada atajada. En todas las estiradas se lanza para evitar la derrota, en nuestras vidas, la lucha diaria en el estudio, en el trabajo, en los hogares, somos ese David Ospina que sin importar hasta donde toque llegar, siempre hacemos lo imposible por no caer.

 

Pero está también el Tigre Falcao que nos ha enseñado a reponernos a pesar de todas las dificultades, cuando ya pensamos que no podemos recibir más golpes en la vida, cuando creemos que estamos derrotados, inclusive en ese momento recibimos más golpes. Pero tenemos ese tigre adentro que lucha contra toda la derrota y nuevamente nos pone a luchar, saliendo de todas las adversidades. Es en ese momento cuando sobre la oscuridad destella un pequeño rayo de luz que nos abre el camino para seguir.

 

Y claro, jamás dejaremos de ser ese Yerry Mina, un niño en un cuerpo de gigante que no sabe hacer otra cosa que triunfar, hacer goles y sobre todo sonreír, si, sonreír. No podemos dejar de ser ese niño gigante que sonríe siempre, que es alegre y se ríe de la vida y de todas las dificultades que nos presenta, con esa misma sonrisa nos enfrentamos todos los días a las necesidades, pero las bailamos, con un pase, una pared, un toque y “zasss” un gol que nos levanta nuevamente y abrazados en familia celebramos nuevamente un triunfo.

 

Y no podía faltar el ejemplo que ha sido James Rodríguez, nuestro 10, quien no se contagia de la magia de un ser humano que a pesar de todas las adversidades con las que se ha encontrado en su carrera aún tiene el valor de mostrarse triste, dolido, impotente, como muchas veces lo hemos tenido que asumir. Cuando la tarea no sale como es, cuando en el trabajo las cosas salen mal, cuando eso por lo que luchaste tanto no se da, cuando obtienes un no por respuesta. A todo eso salimos como familia, luchando, contra los dolores y problemas, pero con la capacidad de sobreponernos a todo.

 

Pero todo esto no podría ser posible de no tener a un director de orquesta como el profe Pekerman, que señor tan particular, asume toda la responsabilidad cuando su equipo pierde y no acepta las felicitaciones cuando gana y se las retribuye a sus jugadores, que admirable. Debemos aprender de él, a afrontar todas las dificultades, a no escuchar los malos comentarios a ignorar los señalamientos y a dedicarse a trabajar por lo que él mismo ha denominado su familia, luchar hasta el cansancio por su familia y nos enseñó que el fútbol es como la vida, nunca se sabe que va a pasar, solo se sabe que salimos a jugar.

 

¿Y todo esto por qué? Por una simple razón. Porque cada integrante de nuestra familia Sotaventista, la mejor selección del mundo debe emular estos ejemplos, ser cada día mejores y hacer todo lo posible por cambiar sus realidades. Como estudiantes dar todo hasta el último minuto, como padres y madres a luchar con las botas puestas hasta darlo todo, como maestros a ser los mejores directores técnicos y guiar a nuestros estudiantes como a los mejores jugadores, pero también a aquellos que tienen dificultades. Así es el fútbol, es como la vida, solo sabes que sales a jugártela con todo y por todo.

 

Se acabó el mundial, pero no se acabaron las ganas de seguir luchando… Vamos Sotaventistas, eso es justamente la vida.

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Andrés Felipe Marín López.

Rector (E)

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